¿Ratzinger, el penúltimo Papa?
TRAS LA
MUERTE DE JUAN PABLO II, LAS PREDICCIONES DE NOSTRADAMUS,
MALAQUÍAS Y EL MONJE DE PADUA HAN RESURGIDO CON FUERZA
Y ANUNCIAN QUE SÓLO HABRÁ DOS PONTÍFICES
MÁS
En torno a la elección del nuevo Papa, resucitado
las sombrías profecías de Malaquías,
de Nostradamus y del Monje de Padua. Tres profetas que podrían
responder perfectamente a la pregunta clave: ¿Cuántos
papas quedan para el fin del mundo? Según sus predicciones,
el nuevo Papa sería el penúltimo y llevaría
el lema de gloria olivae, la gloria del olivo.
La principal profecía es de Malaquías (1094-1148),
monje cisterciense, que nació y vivió en el
siglo XII en Irlanda. Murió en Clairvaux, asistido
por San Bernardo, al que había conocido en uno de sus
viajes a Roma. Canonizado por Clemente III, de él se
decía que predecía el futuro. Precisamente por
eso, el benedictino Arnold de Wion atribuye a San Malaquías
la paternidad de las profecías sobre los Sumos Pontífices,
que decide recoger e insertar en su libro Lignum vitae, publicado
en Venecia en 1595.
Según otros, las profecías de Malaquías
habrían sido difundidas por los partidarios del cardenal
Simoncelli durante el Cónclave en el que, a pesar de
todo, no salió elegido él, sino el cardenal
Sfrodanti, que tomó el nombre de Gregorio XIV (1590-1591).
En cualquier caso, Malaquías fue obispo, reformador,
legado y visitador apostólico, taumaturgo y santo.
Y profeta. Sus famosas profecías son una lista de 111
sucesores de Pedro, partiendo de Celestino I (1143-1144).
Además de confeccionar su lista, Malaquías asignó
un lema latino a cada uno de los papas, lema que suele presentar
una profunda correlación con los emblemas y los escudos
elegidos por cada uno de los Sumos Pontífices. Esas
frases en latín se llaman claves.
A Juan XXIII le corresponde la clave de pastor et nauta y,
curiosamente, fue patriarca de Venecia, la ciudad flotante,
y nauta (piloto) del Concilio Vaticano II. Las profecías
señalan a Pablo VI como flos florum, la flor de lis,
y en su escudo figuran tres flores de lis. A Juan Pablo I
se le anuncia como De medietatae lunae, de la media luna,
y el cónclave en el que salió elegido tuvo lugar
con la luna a mitad de su ciclo. Juan Pablo II es descrito
como el Papa De labore solis, del trabajo del sol, y, de hecho,
el primer Papa eslavo de la Historia recorrió todos
los lugares de la tierra, de sol a sol y, además, procede
del este, el lugar por donde sale el sol.
Según Malaquías, después de Juan Pablo
II sólo quedaría otro Papa, el llamado De gloria
olivae, la gloria del olivo, e, inmediatamente después,
vendría el último Papa, que se llamará
Pedro II y apacentará el rebaño del Señor
en medio de terribles tribulaciones: la destrucción
de Roma, el fin del mundo y el juicio universal.
Aunque los exegetas de las profecías no se ponen de
acuerdo sobre la interpretación que hay que dar a Pedro
II. Mientras unos se atreven incluso a fijar para el año
2026 la llegada de Pedro II y del fin del mundo, otros aseguran
que, con su elección, no tendrá lugar el fin
del mundo ni del cristianismo, sino sólo el fin del
catolicismo romano.
Por su parte, el Monje de Padua escribe en Venecia, en 1527,
el libro De Magnis Tribulationes et Statu Ecclesiae, en el
que retrata a los últimos papas. Por ejemplo, de Juan
XXIII dice que será «hombre de gran humanidad
y hablará francés». El Papa bueno fue
nuncio en París. De Juan Pablo I dice que «pasará
rápido como un meteorito, el pastor de la laguna».
Su pontificado duró 33 días y era patriarca
de Venecia. Y de Juan Pablo II dice que «vendrá
de lejos y marcará con su sangre la piedra».
Una alusión clara al Papa polaco y al atentado que
sufrió a manos de Ali Agca.
Tras él, habrá sólo dos Papas, según
el Monje de Padua. El primero será un «sembrador
de paz y de esperanza». El segundo «encontrará
en Roma la tribulación y la muerte. Roma, como una
vieja ramera, será abandonada».
Por último, Nostradamus, el famoso vidente, nacido
en 1503 y que llegó a ser médico de Carlos IX,
toca en sus famosas centurias todos los acontecimientos mundiales,
incluido, por supuesto el Papado. En una de ellas, dice: «Cuando
el Papa morirá / e Italia bailará / Roma no
verá más cónclaves / cuando ya no será
más eslava».
El sentido de la centuria parece claro, aunque, como suele
suceder con todos sus escritos, la exégesis puede adecuarse
a cualquier interpretación. Con lecturas oblicuas y
traducciones forzadas, a menudo no resulta difícil
«confirmar» estas profecías.
Fuente: El Mundo
TRAS LA
MUERTE DE JUAN PABLO II, LAS PREDICCIONES DE NOSTRADAMUS,
MALAQUÍAS Y EL MONJE DE PADUA HAN RESURGIDO CON FUERZA
Y ANUNCIAN QUE SÓLO HABRÁ DOS PONTÍFICES
MÁS
En torno a la elección del nuevo Papa, resucitado
las sombrías profecías de Malaquías,
de Nostradamus y del Monje de Padua. Tres profetas que podrían
responder perfectamente a la pregunta clave: ¿Cuántos
papas quedan para el fin del mundo? Según sus predicciones,
el nuevo Papa sería el penúltimo y llevaría
el lema de gloria olivae, la gloria del olivo.
La principal profecía es de Malaquías (1094-1148),
monje cisterciense, que nació y vivió en el
siglo XII en Irlanda. Murió en Clairvaux, asistido
por San Bernardo, al que había conocido en uno de sus
viajes a Roma. Canonizado por Clemente III, de él se
decía que predecía el futuro. Precisamente por
eso, el benedictino Arnold de Wion atribuye a San Malaquías
la paternidad de las profecías sobre los Sumos Pontífices,
que decide recoger e insertar en su libro Lignum vitae, publicado
en Venecia en 1595.
Según otros, las profecías de Malaquías
habrían sido difundidas por los partidarios del cardenal
Simoncelli durante el Cónclave en el que, a pesar de
todo, no salió elegido él, sino el cardenal
Sfrodanti, que tomó el nombre de Gregorio XIV (1590-1591).
En cualquier caso, Malaquías fue obispo, reformador,
legado y visitador apostólico, taumaturgo y santo.
Y profeta. Sus famosas profecías son una lista de 111
sucesores de Pedro, partiendo de Celestino I (1143-1144).
Además de confeccionar su lista, Malaquías asignó
un lema latino a cada uno de los papas, lema que suele presentar
una profunda correlación con los emblemas y los escudos
elegidos por cada uno de los Sumos Pontífices. Esas
frases en latín se llaman claves.
A Juan XXIII le corresponde la clave de pastor et nauta y,
curiosamente, fue patriarca de Venecia, la ciudad flotante,
y nauta (piloto) del Concilio Vaticano II. Las profecías
señalan a Pablo VI como flos florum, la flor de lis,
y en su escudo figuran tres flores de lis. A Juan Pablo I
se le anuncia como De medietatae lunae, de la media luna,
y el cónclave en el que salió elegido tuvo lugar
con la luna a mitad de su ciclo. Juan Pablo II es descrito
como el Papa De labore solis, del trabajo del sol, y, de hecho,
el primer Papa eslavo de la Historia recorrió todos
los lugares de la tierra, de sol a sol y, además, procede
del este, el lugar por donde sale el sol.
Según Malaquías, después de Juan Pablo
II sólo quedaría otro Papa, el llamado De gloria
olivae, la gloria del olivo, e, inmediatamente después,
vendría el último Papa, que se llamará
Pedro II y apacentará el rebaño del Señor
en medio de terribles tribulaciones: la destrucción
de Roma, el fin del mundo y el juicio universal.
Aunque los exegetas de las profecías no se ponen de
acuerdo sobre la interpretación que hay que dar a Pedro
II. Mientras unos se atreven incluso a fijar para el año
2026 la llegada de Pedro II y del fin del mundo, otros aseguran
que, con su elección, no tendrá lugar el fin
del mundo ni del cristianismo, sino sólo el fin del
catolicismo romano.
Por su parte, el Monje de Padua escribe en Venecia, en 1527,
el libro De Magnis Tribulationes et Statu Ecclesiae, en el
que retrata a los últimos papas. Por ejemplo, de Juan
XXIII dice que será «hombre de gran humanidad
y hablará francés». El Papa bueno fue
nuncio en París. De Juan Pablo I dice que «pasará
rápido como un meteorito, el pastor de la laguna».
Su pontificado duró 33 días y era patriarca
de Venecia. Y de Juan Pablo II dice que «vendrá
de lejos y marcará con su sangre la piedra».
Una alusión clara al Papa polaco y al atentado que
sufrió a manos de Ali Agca.
Tras él, habrá sólo dos Papas, según
el Monje de Padua. El primero será un «sembrador
de paz y de esperanza». El segundo «encontrará
en Roma la tribulación y la muerte. Roma, como una
vieja ramera, será abandonada».
Por último, Nostradamus, el famoso vidente, nacido
en 1503 y que llegó a ser médico de Carlos IX,
toca en sus famosas centurias todos los acontecimientos mundiales,
incluido, por supuesto el Papado. En una de ellas, dice: «Cuando
el Papa morirá / e Italia bailará / Roma no
verá más cónclaves / cuando ya no será
más eslava».
El sentido de la centuria parece claro, aunque, como suele
suceder con todos sus escritos, la exégesis puede adecuarse
a cualquier interpretación. Con lecturas oblicuas y
traducciones forzadas, a menudo no resulta difícil
«confirmar» estas profecías.
Fuente: El Mundo