Fuente: El Blog del Rincón de Loki
Tras una espera larga llega a nuestro país esta historia de uno de
los buques insignia de DC Comics obra del escritor-dibujante
norteamericano Paul Pope, un artista alejado habitalmente de los cómics más populares, del mainstream propiamente dicho.
No es precisamente uno de los dibujantes considerados “hot” por los
lectores y tiene mejor cartel entre los más versados que entre el
fandom habitual o casual. Tampoco suele dedicarse al género de los
super-héroes y la ambientación que ha usado para esta aventura entraría
en la categoría “Elseworlds” de DC Comics (publicaciones que no se ajustan a la “continuidad” normal
de las colecciones situadas en futuros hipotéticos, tierras paralelas,
con sucesos imaginarios, etc…). Con todo esto su aportación al mito de Batman corría el riesgo de pasar desapercibida
entre la marabunta de títulos y publicaciones de la editorial. Eso sí,
cuando desde el otro lado del charco ya venían rumores sobre la calidad de estas entregas, algo de cierto debía tener. Ya se sabe que cuando el río suena…
Pope (reconocido por su su trabajo en THB, 100% o Heavy Liquid) ya había tenido tomas de contacto anteriores con Batman: En 1997 debutó en el mundo de los personajes con mallas con este mismo personaje en la historia “Batman de Berlín” perteneciente a The Batman Chronicles nº 11 y que se publica aquí como complemento del tomo. Años más tarde se encargó de “El compañero adolescente del héroe” una historia corta ganadora de un Premio Eisner y publicada aquí en Solo nº 3, también de Planeta.
En esta ocasión el guión de Pope se sitúa de nuevo
en el ámbito de la ciencia-ficción (muy del gusto del autor), en un
futuro opresivo y gris comparable al de 1984 de George Orwell donde el control por parte del Estado es total y la transparencia nula. Es aquí donde desarrolla una trama propia del thriller
aderezado con los elementos habituales: Un asesinato, persecuciones,
secretismo, el detective, el chico maravilla, Gotham, la policía, la
noche… Y es en este futuro donde el autor reinventa al caballero oscuro
recogiendo su esencia y revistiendo al personaje de
una aureola fantasmagórica y casi irreal, que le hace destacar. Pope
juega con el Batman oculto tras su máscara como último valuarte de la privacidad y convierte en un misterio su verdadera identidad: ¿Es el mismo Batman que debutó en 1939?
La acción transcurre en el centenario de la primera aparición del
detective, se hace referencia a sus actuaciones históricas e introduce Dark Knight
de Miller como un elemento de ellas, incluso el uniforme diseñado por
el autor nos recuerda poderosamente al original. Siendo así, ¿quién es
el personaje? No puede tener 150 años… ¿o sí?
El argumento de Pope se lee bastante bien y con fluidez pero
sobretodo es entretenido, repleto de momentos para enmarcar dentro de
una trama interesante con las dosis justas de misterio, al que podríamos achacar quizás como pega su súbita resolución final.
Pero el otro punto clave del tomo ( incluso definitivo me atrevo a aventurar) es el dibujo de Pope. Sus lápices son agresivos, potentes y repletos de fuerza. Una extraña mezcolanza europea y americana con pinceladas japonesas (trabajó 5 años
para Kodansha, una de las más importantes editoriales del país nipón)
que no deja indiferente. Con influencias tan dispares como Hergé, Alex Toth o Jack Kirby, sus trazos bizarros que le podrían/pueden restar comercialidad te atrapan y te seducen poco a poco haciendote devorar sus páginas en un momento. Su “suciedad”, los escorzos imposibles y los personajes de corte feísta, (curiosa la semejanza entre el telépata y el Profesor-X de Marvel Comics) le convierten en un rara avis alejado de los cánones pre-establecidos por la industria. Estamos ante un gran autor, precisamente por su individualidad y su diferenciación. Para acabar de arreglarlo su puesta en escena
es digna del mejor director (os recomiendo leeros la primera secuencia
con una B.S.O. adecuada, de guitarras potentes y dulces violines
intimidatorios por ejemplo). Movimientos dinámicos, coreografiados y
una concienzuda narrativa exquisita a los que añadir el ajustado y opresivo color aplicado por el madrileño José Villarrubia acaban de aderezar esta obra.
Señalar que el tomo presenta varios complementos como son la historia arriba citada (El Batman de Berlín),
las portadas originales, los interesantes estudios del uniforme de
Batman y una especie de anexo en forma de “informes policiales” curioso
pero que se hace algo indigesto.
Resumiendo, una gran lectura que pierde el riesgo
de pasar algo inadvertida para aquellos que se dejen llevar por un
dibujo de trazo más cotidiano o “agradable” a la vista. Lejos de
ejercicios de marketing esta versión de Batman es, en su conjunto, de
lo mejorcito que sobre el cruzado de la capa se ha publicado en los
últimos años y un espectáculo visual para aprender de él.
Tras una espera larga llega a nuestro país esta historia de uno de
los buques insignia de DC Comics obra del escritor-dibujante
norteamericano Paul Pope, un artista alejado habitalmente de los cómics más populares, del mainstream propiamente dicho.
No es precisamente uno de los dibujantes considerados “hot” por los
lectores y tiene mejor cartel entre los más versados que entre el
fandom habitual o casual. Tampoco suele dedicarse al género de los
super-héroes y la ambientación que ha usado para esta aventura entraría
en la categoría “Elseworlds” de DC Comics (publicaciones que no se ajustan a la “continuidad” normal
de las colecciones situadas en futuros hipotéticos, tierras paralelas,
con sucesos imaginarios, etc…). Con todo esto su aportación al mito de Batman corría el riesgo de pasar desapercibida
entre la marabunta de títulos y publicaciones de la editorial. Eso sí,
cuando desde el otro lado del charco ya venían rumores sobre la calidad de estas entregas, algo de cierto debía tener. Ya se sabe que cuando el río suena…
Pope (reconocido por su su trabajo en THB, 100% o Heavy Liquid) ya había tenido tomas de contacto anteriores con Batman: En 1997 debutó en el mundo de los personajes con mallas con este mismo personaje en la historia “Batman de Berlín” perteneciente a The Batman Chronicles nº 11 y que se publica aquí como complemento del tomo. Años más tarde se encargó de “El compañero adolescente del héroe” una historia corta ganadora de un Premio Eisner y publicada aquí en Solo nº 3, también de Planeta.
En esta ocasión el guión de Pope se sitúa de nuevo
en el ámbito de la ciencia-ficción (muy del gusto del autor), en un
futuro opresivo y gris comparable al de 1984 de George Orwell donde el control por parte del Estado es total y la transparencia nula. Es aquí donde desarrolla una trama propia del thriller
aderezado con los elementos habituales: Un asesinato, persecuciones,
secretismo, el detective, el chico maravilla, Gotham, la policía, la
noche… Y es en este futuro donde el autor reinventa al caballero oscuro
recogiendo su esencia y revistiendo al personaje de
una aureola fantasmagórica y casi irreal, que le hace destacar. Pope
juega con el Batman oculto tras su máscara como último valuarte de la privacidad y convierte en un misterio su verdadera identidad: ¿Es el mismo Batman que debutó en 1939?
La acción transcurre en el centenario de la primera aparición del
detective, se hace referencia a sus actuaciones históricas e introduce Dark Knight
de Miller como un elemento de ellas, incluso el uniforme diseñado por
el autor nos recuerda poderosamente al original. Siendo así, ¿quién es
el personaje? No puede tener 150 años… ¿o sí?
El argumento de Pope se lee bastante bien y con fluidez pero
sobretodo es entretenido, repleto de momentos para enmarcar dentro de
una trama interesante con las dosis justas de misterio, al que podríamos achacar quizás como pega su súbita resolución final.
Pero el otro punto clave del tomo ( incluso definitivo me atrevo a aventurar) es el dibujo de Pope. Sus lápices son agresivos, potentes y repletos de fuerza. Una extraña mezcolanza europea y americana con pinceladas japonesas (trabajó 5 años
para Kodansha, una de las más importantes editoriales del país nipón)
que no deja indiferente. Con influencias tan dispares como Hergé, Alex Toth o Jack Kirby, sus trazos bizarros que le podrían/pueden restar comercialidad te atrapan y te seducen poco a poco haciendote devorar sus páginas en un momento. Su “suciedad”, los escorzos imposibles y los personajes de corte feísta, (curiosa la semejanza entre el telépata y el Profesor-X de Marvel Comics) le convierten en un rara avis alejado de los cánones pre-establecidos por la industria. Estamos ante un gran autor, precisamente por su individualidad y su diferenciación. Para acabar de arreglarlo su puesta en escena
es digna del mejor director (os recomiendo leeros la primera secuencia
con una B.S.O. adecuada, de guitarras potentes y dulces violines
intimidatorios por ejemplo). Movimientos dinámicos, coreografiados y
una concienzuda narrativa exquisita a los que añadir el ajustado y opresivo color aplicado por el madrileño José Villarrubia acaban de aderezar esta obra.
Señalar que el tomo presenta varios complementos como son la historia arriba citada (El Batman de Berlín),
las portadas originales, los interesantes estudios del uniforme de
Batman y una especie de anexo en forma de “informes policiales” curioso
pero que se hace algo indigesto.
Resumiendo, una gran lectura que pierde el riesgo
de pasar algo inadvertida para aquellos que se dejen llevar por un
dibujo de trazo más cotidiano o “agradable” a la vista. Lejos de
ejercicios de marketing esta versión de Batman es, en su conjunto, de
lo mejorcito que sobre el cruzado de la capa se ha publicado en los
últimos años y un espectáculo visual para aprender de él.