Ha llegado el momento, la tercera entrega de una de las sagas de rol más laureadas por público y crítica está a las puertas de su lanzamiento. Tras jugarlo durante semanas, y completar la historia con varios perfiles de personaje diferentes, es el momento de apartar la cortina y dejaros mirar en su interior más de cerca. También es la prueba de fuego para Bethesda, que tiene ante sí un reto muy complicado, convencer a los amantes de la serie y a aquellos fieles que no ven con buenos ojos el salto a las tres dimensiones. Desde luego, la tercera parte del juego que creara Black Isle para Interplay se ha hecho de rogar. Cancelación de por medio incluso, tras el cierre de Interplay, la licencia pasó a manos de los desarrolladores de Oblivion, que en un tiempo récord han conseguido realizar un proyecto sobresaliente.
Decenas de horas de juego, miles de balas gastadas y cientos de enemigos derrotados son nuestro bagaje, aunque todavía nos resulta difícil despegarnos de este universo. Nos encontramos en un mundo frío y hostil, totalmente desolado por las catástrofes nucleares y la guerra entre los propios seres humanos. Las referencias a anteriores juegos de la serie son intencionadas y, como el propio Pete Hines comentaba en nuestro encuentro digital de la pasada semana, se han inspirado mucho más en el primero de los Fallout que en el segundo. Está claro que se ha tratado de hacer un producto lo más políticamente correcto posible, si cabe esta interpretación en un universo en el que veremos cuerpos explotar en vivo y en directo. La lacra de la censura ya ha tocado al título, que en varios países verá prohibida su distribución, o sufrirá recorte de contenidos, como en la versión Australiana.
Pero la grandeza de este desarrollo, que ha logrado ilusionar tanto a neófitos en el universo Fallout como a veteranos que ya disfrutaran de sus títulos anteriores, es un hecho evidente. Nuevamente, Bethesda ha apostado por ofrecer un entorno abierto y un enfoque en primera o tercera persona. Parafraseando nuevamente al señor Hines, la desarrolladora buscaba que el jugador sintiera claramente la claustrofobia de los entornos cerrados en primera persona. El cambio de perspectiva, desde la habitual cenital hasta esta mucho más cercana a un FPS, lo hace posible. Aún con aspectos criticables, estar al aire libre en medio de la desolación resulta una experiencia muy similar a la de sus antecesores. También se mantiene esa incertidumbre propia de la saga, en la que podemos ser víctima de un ataque cuando menos lo esperemos. En este sentido, los fieles a Fallout no necesitan preocuparse.
Para reforzar todavía más estos lazos con el pasado, se ha mantenido al Vault Boy, el divertido y cómico personaje, icono absoluto de la franquicia. El rubio y sonriente personajillo ilustra todas y cada una de nuestras habilidades, pericias y objetos del inventario, además de aparecer en carteles e iconografía del escenario de juego. También se ha heredado el sistema S.P.E.C.I.A.L, que define los rasgos de nuestro personaje, el sistema de habilidades y pericias e incluso el combate por turnos. El V.A.T.S (Vault-tec assisted targeting system), del que hablaremos largo y tendido posteriormente, es sólo una de las confirmaciones de que no estamos ante un FPS, pese a que pueda parecer así viendo el juego en movimiento. Fallout 3 es un RPG de pura cepa, con un enfoque moderno, como puede tenerlo Mass Effect, pero juego de rol al fin y al cabo.
Independientemente de interpretaciones, Fallout 3 tiene una calidad indiscutible. Probablemente, los seguidores más acérrimos del espíritu de la serie renegarán del enfoque con el que se ha dotado a esta continuación. Puede que a algunos les disguste ver que es el motor de Oblivion el que se encarga de todo lo relacionado con el aspecto visual. Quizá alguien pueda argumentar que echa en falta ese toque de sarcasmo extremo que incluía la segunda parte de la saga. Como decíamos, incluso con estos posibles argumentos en contra, Fallout 3 es un juego lo suficientemente sólido, divertido y técnicamente sobresaliente como para, quizá, hacer recapacitar a cualquiera que le dedique un par de horas de juego. Para ayudar a la tarea, a continuación vamos a realizar un recorrido por todos y cada uno de los aspectos de esta nueva joya del videojuego.
Las imagenes son pequeñas porque si no descuadran el foro
Decenas de horas de juego, miles de balas gastadas y cientos de enemigos derrotados son nuestro bagaje, aunque todavía nos resulta difícil despegarnos de este universo. Nos encontramos en un mundo frío y hostil, totalmente desolado por las catástrofes nucleares y la guerra entre los propios seres humanos. Las referencias a anteriores juegos de la serie son intencionadas y, como el propio Pete Hines comentaba en nuestro encuentro digital de la pasada semana, se han inspirado mucho más en el primero de los Fallout que en el segundo. Está claro que se ha tratado de hacer un producto lo más políticamente correcto posible, si cabe esta interpretación en un universo en el que veremos cuerpos explotar en vivo y en directo. La lacra de la censura ya ha tocado al título, que en varios países verá prohibida su distribución, o sufrirá recorte de contenidos, como en la versión Australiana.
Pero la grandeza de este desarrollo, que ha logrado ilusionar tanto a neófitos en el universo Fallout como a veteranos que ya disfrutaran de sus títulos anteriores, es un hecho evidente. Nuevamente, Bethesda ha apostado por ofrecer un entorno abierto y un enfoque en primera o tercera persona. Parafraseando nuevamente al señor Hines, la desarrolladora buscaba que el jugador sintiera claramente la claustrofobia de los entornos cerrados en primera persona. El cambio de perspectiva, desde la habitual cenital hasta esta mucho más cercana a un FPS, lo hace posible. Aún con aspectos criticables, estar al aire libre en medio de la desolación resulta una experiencia muy similar a la de sus antecesores. También se mantiene esa incertidumbre propia de la saga, en la que podemos ser víctima de un ataque cuando menos lo esperemos. En este sentido, los fieles a Fallout no necesitan preocuparse.
Para reforzar todavía más estos lazos con el pasado, se ha mantenido al Vault Boy, el divertido y cómico personaje, icono absoluto de la franquicia. El rubio y sonriente personajillo ilustra todas y cada una de nuestras habilidades, pericias y objetos del inventario, además de aparecer en carteles e iconografía del escenario de juego. También se ha heredado el sistema S.P.E.C.I.A.L, que define los rasgos de nuestro personaje, el sistema de habilidades y pericias e incluso el combate por turnos. El V.A.T.S (Vault-tec assisted targeting system), del que hablaremos largo y tendido posteriormente, es sólo una de las confirmaciones de que no estamos ante un FPS, pese a que pueda parecer así viendo el juego en movimiento. Fallout 3 es un RPG de pura cepa, con un enfoque moderno, como puede tenerlo Mass Effect, pero juego de rol al fin y al cabo.
Independientemente de interpretaciones, Fallout 3 tiene una calidad indiscutible. Probablemente, los seguidores más acérrimos del espíritu de la serie renegarán del enfoque con el que se ha dotado a esta continuación. Puede que a algunos les disguste ver que es el motor de Oblivion el que se encarga de todo lo relacionado con el aspecto visual. Quizá alguien pueda argumentar que echa en falta ese toque de sarcasmo extremo que incluía la segunda parte de la saga. Como decíamos, incluso con estos posibles argumentos en contra, Fallout 3 es un juego lo suficientemente sólido, divertido y técnicamente sobresaliente como para, quizá, hacer recapacitar a cualquiera que le dedique un par de horas de juego. Para ayudar a la tarea, a continuación vamos a realizar un recorrido por todos y cada uno de los aspectos de esta nueva joya del videojuego.
Las imagenes son pequeñas porque si no descuadran el foro