Posiblemente, desde el momento en que Microsoft compró Rare, todo el mundo ansió el lanzamiento de este juego. Ha tardado en llegar, pero por fin se hace un hueco en nuestras tiendas la esperada tercera entrega de las aventuras de Banjo y Kazooie. Para tan esperado regreso, la compañía británica ha dado un completo giro a la mecánica, algo que ya ha causado controversia en el pasado y que, a buen seguro, seguirá haciéndolo después del lanzamiento del juego. Hay que reconocer que, en frío y sobre el papel, la propuesta de los vehículos se antoja algo extraña y, en cierto modo, fuera de lugar dentro del universo Banjo. Pero es preciso ver más allá para apreciar la nueva joya de Rare en todo su esplendor.
Los chicos de Rare conocían muy bien el material con el que trabajaban, sabían lo que significaba Banjo, aquello que había conseguido en el pasado y lo que los usuarios esperaban de su personaje. ¿A qué se debe, pues, el arriesgarse a un cambio tan radical dentro de una franquicia tan importante para la compañía? Principalmente, al eterno afán de evolución, de mejora, de dar un paso adelante que siempre ha caracterizado a la desarrolladora británica. Hacer lo mismo de siempre hubiese sido elegir el camino fácil; pero Rare es, a día de hoy, una de las bazas más importantes de Microsoft para sus planes de llegar a un público mayoritario: estaban obligados a algo más.
Afortunadamente, Rare no es una empresa cualquiera, y como buena conocedora de la licencia que tenía entre manos, supo dónde había que cortar, zurcir, retocar, colorear, pulir e innovar. Baches y Cachivaches es, al mismo tiempo, uno de los títulos más innovadores de Xbox 360 y un juego digno de sus protagonistas. La fidelidad y el guiño constante a su pasado honra a un título cuyo sistema de juego no tiene parangón dentro del catálogo de la máquina de Microsoft. Un título que aboga por la innovación, la creatividad y, sobre todo, la diversión. Pero eso sí, es un juego difícil de afrontar.
Regreso al pasado
Todo empieza con un momento de historia, un recuerdo de las dos aventuras previas de Banjo. Imágenes de los juegos de Nintendo 64, destacando las fechas de su aparición, 1998 y 2000. Entonces, llegamos al presente: han pasado ocho años, y nada ha ocurrido en el mundo de nuestros protagonistas. De hecho, Banjo está realmente gordo, y Kazooie se pasa el rato jugando a la Xbox 360. Son tiempos de buena vida, aburrimiento y nada que hacer durante todo el día. De repente, Grunty vuelve de la tumba, suponiendo una nueva amenaza para Montaña Espiral. Bueno, más o menos, porque sólo la calavera de la vieja bruja se ha abierto camino hacia el mundo de los vivos.
En cuanto se enteran, Banjo y Kazooie se ponen en marcha. Un lento progreso por un escenario bien conocido por los aficionados, en el que un gordo Banjo no hace más que jadear y arrepentirse de su última pizza. Por fin, llegan frente a Grunty, pero el tan esperado enfrentamiento, al tratarse de personajes muy venidos a menos, se ve reducido a un ridículo intercambio de insultos que parece no llevar a ninguna parte. Hasta que aparece el Señor de los Juegos, quien quiere acabar con esa disputa tan absurda ofreciéndole a los usuarios lo que de verdad quieren: recoger cosas inservibles.
Uno de mis juegos "infantiles" favoritos xD
Los chicos de Rare conocían muy bien el material con el que trabajaban, sabían lo que significaba Banjo, aquello que había conseguido en el pasado y lo que los usuarios esperaban de su personaje. ¿A qué se debe, pues, el arriesgarse a un cambio tan radical dentro de una franquicia tan importante para la compañía? Principalmente, al eterno afán de evolución, de mejora, de dar un paso adelante que siempre ha caracterizado a la desarrolladora británica. Hacer lo mismo de siempre hubiese sido elegir el camino fácil; pero Rare es, a día de hoy, una de las bazas más importantes de Microsoft para sus planes de llegar a un público mayoritario: estaban obligados a algo más.
Afortunadamente, Rare no es una empresa cualquiera, y como buena conocedora de la licencia que tenía entre manos, supo dónde había que cortar, zurcir, retocar, colorear, pulir e innovar. Baches y Cachivaches es, al mismo tiempo, uno de los títulos más innovadores de Xbox 360 y un juego digno de sus protagonistas. La fidelidad y el guiño constante a su pasado honra a un título cuyo sistema de juego no tiene parangón dentro del catálogo de la máquina de Microsoft. Un título que aboga por la innovación, la creatividad y, sobre todo, la diversión. Pero eso sí, es un juego difícil de afrontar.
Regreso al pasado
Todo empieza con un momento de historia, un recuerdo de las dos aventuras previas de Banjo. Imágenes de los juegos de Nintendo 64, destacando las fechas de su aparición, 1998 y 2000. Entonces, llegamos al presente: han pasado ocho años, y nada ha ocurrido en el mundo de nuestros protagonistas. De hecho, Banjo está realmente gordo, y Kazooie se pasa el rato jugando a la Xbox 360. Son tiempos de buena vida, aburrimiento y nada que hacer durante todo el día. De repente, Grunty vuelve de la tumba, suponiendo una nueva amenaza para Montaña Espiral. Bueno, más o menos, porque sólo la calavera de la vieja bruja se ha abierto camino hacia el mundo de los vivos.
En cuanto se enteran, Banjo y Kazooie se ponen en marcha. Un lento progreso por un escenario bien conocido por los aficionados, en el que un gordo Banjo no hace más que jadear y arrepentirse de su última pizza. Por fin, llegan frente a Grunty, pero el tan esperado enfrentamiento, al tratarse de personajes muy venidos a menos, se ve reducido a un ridículo intercambio de insultos que parece no llevar a ninguna parte. Hasta que aparece el Señor de los Juegos, quien quiere acabar con esa disputa tan absurda ofreciéndole a los usuarios lo que de verdad quieren: recoger cosas inservibles.
Uno de mis juegos "infantiles" favoritos xD