Fuente: El Blog del Rincón de Loki
Cuando Peter David terminó su extensa etapa al frente del Goliat Esmeralda, muchos pensaron que su serie favorita volvería a esos oscuros años con un Hulk monosílabo
empeñado en dar puñetazos sin motivo aparente. Al final no fue así; las
historias oscilaron entre acción superheroica, ciencia ficción, género
negro, batallas espaciales, y la gran macrosaga del año, World War Hulk.
Con la popularidad de Hulk en pleno apogeo, Marvel, coincidiendo con el estreno cinematográfico, decide sacar un nuevo producto, con Jeph Loeb al timón.
La vuelta de Loeb a Marvel, a pesar de las alegrías de Quesada y compañía, no haN sido tan aplaudida por parte del fandom como nos han tratado de vender. Autor empeñado en contar la misma historia una y otra vez, con su estilo noventero (historias insulsas con infinitos mamporros) extrañamente siempre ha reportado buenos beneficios a las dos majors, quienes se pelean por contar con sus servicios. O con los de los dibujantes que trabajan con él.
La trama comienza en Ucrania, en un pueblecito arrasado de Odessa, con Iron Man (acompañado por María Hill de SHIELD), Hulka, el doctor Samson y el General Ross investigando el asesinato de un villano recurrente de Hulk, a manos de un ser de color rojo, que desprende cantidades de radiación gamma.
Como no podía ser de otra manera, cualquier viaje a tierras ex-comunistas acarrea una visita de la Guardia de Invierno, además de la aparición del secundario por antonomasia, Rick Jones.
De esta escasa guisa comienza la primera y engañosa saga (al final de la misma todo tiene, más o menos, sentido), magníficamente plasmada por Ed McGuinness, que vuelve a dibujar a uno de sus personajes favoritos tras su paso hace años por la serie de la mano de Joe Casey.
Acorde a los guiones de Loeb, McGuinness dibuja abundantes splash-pages
y viñetas grandes, muy cinéticas, como si de una película de acción se
tratara, dotando a la narración de un dinamismo que por desgracia
carece la historia, aunque por el contrario, se acopla a la perfección
con su forma de dibujar, con figuras muy brutales e imponentes cuando
son necesarias.
El Increíble Hulk es una serie pobre, que solamente se mantendrá en el mercado gracias a su equipo gráfico compuesto por Arthur Adams, FranK Cho (que disfrutaremos en Giant Size y en los números 7, 8 y 9 de la serie regular) y Ed McGuinness, verdaderos motivos para disfrutar de un espectacular Hulk.
Cuando Peter David terminó su extensa etapa al frente del Goliat Esmeralda, muchos pensaron que su serie favorita volvería a esos oscuros años con un Hulk monosílabo
empeñado en dar puñetazos sin motivo aparente. Al final no fue así; las
historias oscilaron entre acción superheroica, ciencia ficción, género
negro, batallas espaciales, y la gran macrosaga del año, World War Hulk.
Con la popularidad de Hulk en pleno apogeo, Marvel, coincidiendo con el estreno cinematográfico, decide sacar un nuevo producto, con Jeph Loeb al timón.
La vuelta de Loeb a Marvel, a pesar de las alegrías de Quesada y compañía, no haN sido tan aplaudida por parte del fandom como nos han tratado de vender. Autor empeñado en contar la misma historia una y otra vez, con su estilo noventero (historias insulsas con infinitos mamporros) extrañamente siempre ha reportado buenos beneficios a las dos majors, quienes se pelean por contar con sus servicios. O con los de los dibujantes que trabajan con él.
La trama comienza en Ucrania, en un pueblecito arrasado de Odessa, con Iron Man (acompañado por María Hill de SHIELD), Hulka, el doctor Samson y el General Ross investigando el asesinato de un villano recurrente de Hulk, a manos de un ser de color rojo, que desprende cantidades de radiación gamma.
Como no podía ser de otra manera, cualquier viaje a tierras ex-comunistas acarrea una visita de la Guardia de Invierno, además de la aparición del secundario por antonomasia, Rick Jones.
De esta escasa guisa comienza la primera y engañosa saga (al final de la misma todo tiene, más o menos, sentido), magníficamente plasmada por Ed McGuinness, que vuelve a dibujar a uno de sus personajes favoritos tras su paso hace años por la serie de la mano de Joe Casey.
Acorde a los guiones de Loeb, McGuinness dibuja abundantes splash-pages
y viñetas grandes, muy cinéticas, como si de una película de acción se
tratara, dotando a la narración de un dinamismo que por desgracia
carece la historia, aunque por el contrario, se acopla a la perfección
con su forma de dibujar, con figuras muy brutales e imponentes cuando
son necesarias.
El Increíble Hulk es una serie pobre, que solamente se mantendrá en el mercado gracias a su equipo gráfico compuesto por Arthur Adams, FranK Cho (que disfrutaremos en Giant Size y en los números 7, 8 y 9 de la serie regular) y Ed McGuinness, verdaderos motivos para disfrutar de un espectacular Hulk.